Llegue a Roma en tren una tarde de Noviembre, recuerdo era bastante soleado y algo cálido, mucho mas de lo que imaginaba para la época pues ya había empezado el otoño. Mis amigos esperaban por alguna señal de mi puesto no sabían nada de mi existencia desde que salí del país.
Cuando llegue a la estación del tren en Roma, uno de ellos llama a mi celular y allí, en cuestión de unos minutos nos reunimos. Luego de los abrazos de emoción al verme de nuevo sano y salvo con ellos, nos dirigimos al hotel donde estaríamos el resto de nuestra estadía en la ciudad; horas mas tarde ese mismo día, luego de haber descansado y comido decidimos salir, explorar un poco la ciudad antigua y aventurarnos en ella. Basta con decir que los monumentos y las calles de Roma son largas y desastrosas, encontrar una dirección era caótico debido a los nombres de cada calle y a que ningún romano decente nos quería ayudar o mejor dicho, sabia donde quedaba algo correctamente.
Recuerdo ir camino a La Fontana di Trevi, a conocerla y pedir unos cuantos deseos lanzando monedas que uno de mis mejores amigos había meticulosamente seleccionado y que eran especiales porque fueron emitidas en el año que cada uno de los que estábamos allí había nacido. En esta confusión romana y buscando hablar con alguien con mi pobre italiano, finalmente me tropiezo con con un hombre que estaba transitando por la misma esquina, le pregunto con mi torpe italiano como llegaba a la Fontana a lo que él amablemente -luego de varios intentos de explicación inútil- decide acompañarnos hasta ella.
Ver a este hombre era una aparición, era alto, de al rededor 1,85 metros y su contextura parecía bastante fuerte y robusta -debía ser gracias a la cantidad de ropa que tenia puesta para protegerse del frió que empezaba a pegar- recuerdo su nariz prominente y no muy perfilada, sus cejas pobladas, que acentuaban mucho mas el tono café de sus ojos, era algo barbudo y desaliñado y tenia un olor algo peculiar, como si no hubiese tocado el agua durante semanas y aun así ese mismo olor me causaba un poco de curiosidad.
Caminamos en fila, mis amigos y yo detrás de él, quien se present como Bazzo, extrano nombre para alguien en realidad, todos hablabamos con desparpajo sobre este hombre de apariencia seria pero que al mismo tiempo en sus palabras y acciones era tan abierto y colaborador, un poco silencioso, es verdad, pero gracioso de palabras cada vez que abria la boca.
Una vez llegamos a la fuente, y haber pedido nuestros deseos con todo este ritual especial planeado entre mis amigos y yo desde hace bastante tiempo, ya Bazzo se habia ido pues habia cumplido con su parte, mis amigos y yo empezamos a caminar nuevamente, esta vez en busqueda de un sitio donde comer algo, una buena pizza y saiar la sed y el hambre que sentiamos yo por el viaje y el hambre que me producia estar en Italia-mi gran sueno- y todos porque simplemente aminar una ciudad tan grande sin direccion en concreto resulta ser bastante agotante.
De cuelquier modo encontramos una trattoria y al sentarnos nos percatamos de que Bazzo estaba en otra mesa, cerca de nosotros y se encontraba solo, le pedimos que nos acompañana entre lenguaje a señas, algo de italiano y un poco de ingles -cosas que haces para sobrevivir en otro lugar del mundo donde el idioma no es lo tuyo- una vez juntos ordenamos unas pizzas para compartir y unas birras para tomar, hicimos un brindis por todos y empezamos a conversar.
Bazzo, era un chico de unos 25 anos de edad y se dedicaba a las artes y a la ciencia, una conbinacion un poco rara pues contaba con la sencibilidad -que imagino habra heredado de tanta historia y arquitectura de su pais- mas la curiosidad de saber el porque de las cosas. Me perdia en sus ojos mientras lo veia fumarse un cigarrilllo y hablar con nosotros, reir de nuestras ocurrencias. Este hombre tenia la capacidad de encantar a cualquiera y yo no era la excepción, unas birras mas tardes y nos encontrariamos caminando solos por las calles de la ciudad.
Mis amigos y yo decidimos seguir caminando por Roma y Bozzo decidio unirse a nosotros, su altitud y porte eran encantadores, hasta podria decir que eso me hacia sentir seguro, ya no estabamos solos por la ciudad y por lo menos teniamos nuestro propio guia que nos mostraria a donde ir y hasta a los sitios que teniamos en mente. Pronto la noche se hizo un poco mas pesada y el frio mas intenso, esta vez el clima de la ciudad me sorprendio y enseño que eso de que el otroño es frio y no era para bromear como lo hice en la tarde al ver a mis amigos. Bazzo hizo la sugerencia de entrar a un bar local cercano a donde nos encontrabamos caminando- bastante proximo al colizeo- y alli calentarnos un poco. Los tragos siguieron fluyendo y el poco italiano que sabia se volvio mas fluido o quizas simplemente ya nos habiamos acostumbrado a este tipo de comunicacion que habiamos entablado que por alguna razon en un momento de la noche todo se volvio solo el y yo, mis amigos salieron a caminar por el barrio donde nos encontrabamos y Bazzo y yo permanecimos en el bar solos hablando de arte y de nuestras vidas.
Repentinamente, algo paso, Bazzo se acerco a mi mano y la acaricio fuertemente, sus manos eran grandes y fuertes y su asperosidad me hizo un poco de gracia, la fuerza con la que termino de momarme de la mano y abalanzarse hacia mi me impresiono, comenzo a besarme fuertemente y su olor se hizo mas intenso, sentia que con cada toque de su lengua en mi boca y sus labios con los mios buscaba succionarme el alma, Jamas habia besado a alguien asi, jamas me habian besado con tantas ganas asi.